“Discapacidad, en consonancia con el Nuevo Paradigma”
Publicación en "Propuesta Comunicacional"

La idea acerca del significado sobre la discapacidad ha ido cambiando a lo largo de la historia, y este cambio estuvo siempre íntimamente ligado al paradigma vigente, al modelo que da forma y sostiene el pensamiento de un momento dado de la cultura. En un principio se la pensaba como castigo divino, por lo cual no se la trataba, se la escondía y / o se le asignaba la reclusión. Luego se la pensó dentro del predominio organicista, en el ámbito médico, es en ese momento donde se instala en el imaginario la diada discapacidad – enfermedad, y surge el enfoque asistencialista que convalida la figura de dependencia. El universo de las personas con discapacidad es un universo en el cual se incluye al niño que nació así, a la persona que sufrió un accidente, al que la adquiere como consecuencia de su trabajo…. La pregunta sería en qué momento estas personas transformaron su “Ser” en un “ser discapacitados”. Sabemos que en la concepción de la discapacidad no se cruza una única variable, como sería lo genético, o el accidente perinatal, o el accidente de tránsito; a estas se suma el impacto que genera tanto sobre la propia persona como sobre su núcleo cercano: padres, hermanos, esposas, hijos, etc.; impacto que se da ante la presentación azarosa de un evento que se instala como traumático en los integrantes de ese núcleo familiar. Asimismo, esta familia se encuentra inserta en una cultura, un medio social que es donde generalmente se suelen presentar las mayores restricciones y barreras, y estas tienen que ver con cómo es pensada la discapacidad y a las personas que la portan. Basta ver la falta de accesibilidad en lugares públicos como para entender que estamos en un entorno social en donde se piensa a la discapacidad con limitaciones, pero, paradójicamente no ofrece instancias facilitadoras que promuevan la autonomía de estas personas para moverse en forma independiente, para salir y desplazarse libremente para ir a trabajar, a pasear hacia donde quiera o necesite. Volviendo a la idea del modelo cultural, Tomas Kuhn, (1966) físico y filósofo estadounidense, propone que un paradigma es una visión compartida que persiste en el tiempo, pero que en determinado momento entra en crisis, de la cual surgen “saltos” que motivan un cambio cultural. Atendiendo a este cambio de paradigma, surge ¨La Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad” cuyo propósito fundamental es “… promover, proteger y asegurar el goce pleno y en condiciones de igualdad de todos los derechos humanos y libertades fundamentales por todas las personas con discapacidad, y promover el respeto de su dignidad inherente”. Desde esta perspectiva podemos fundamentar nuestra manera de comprender y abordar a la Discapacidad, como una circunstancia que atraviesa a la Persona, que como tal, precisa posicionarse como sujeto, capaz de entender y entenderse, en una realidad única, propia y compartida con otros, en los diferentes ámbitos de los cuales forma parte, como ser activo capaz de influir e influirse en un proceso de cambio continuo, ascendente y por qué no, trascendente. Pensamos a cada uno de nuestros pacientes como una persona abierta al mundo, que por esencia tiende hacia algo o hacia alguien. Viktor Frankl introduce la noción de Intencionalidad para definir la estructura fundamental del ser humano. La intencionalidad del hombre no es otra cosa que el “estar con”. En el análisis de la Definición de Discapacidad Intelectual de la Asociación Americana sobre Retraso Mental de 2002 realizado por Miguel Ángel Verdugo Alonso se incluye la dimensión social sobre la Discapacidad. Mientras que las otras dimensiones se centran en aspectos personales o ambientales, en este caso el análisis se dirige a evaluar las interacciones con los demás y el rol social desempeñado, destacando así la importancia que se concede a estos aspectos en relación con la vida de la persona. La participación se evalúa por medio de la observación directa de las interacciones del individuo con su mundo material y social en las actividades diarias. Un funcionamiento adaptativo del comportamiento de la persona se da en la medida en que está activamente involucrado (asistiendo a, interaccionando con, participando en) con su ambiente. Los roles sociales (o estatus) se refieren a un conjunto de actividades valoradas como normales para un grupo específico de edad. Y pueden referirse a aspectos personales, escolares, laborales, comunitarios, de ocio, espirituales, o de otro tipo. La falta de recursos y servicios comunitarios así como la existencia de barreras físicas y sociales pueden limitar significativamente la participación e interacciones de las personas. Y es esta falta de oportunidades la que más se puede relacionar con la dificultad para desempeñar un rol social valorado. En este punto es donde instamos a la reflexión, generalmente las mayores dificultades que “discapacitan” tienen que ver con las barreras que se generan en el entorno social, que obligan a “depender” propiciando la disminución de la capacidad de autovalimiento. “La tarea prioritaria es que dentro de las perspectivas de cambio propuestas se asuman los nuevos planteamientos con decisión, y se pongan en marcha los mecanismos que permitan una incorporación lo más rápidamente posible del modelo de apoyos y de todas las implicaciones que la última definición trae consigo en los ámbitos educativos, laborales y sociales. Habrá que impulsar y fomentar inmediatamente los cambios y su evaluación (para mejorar y corregir), y habrá que permitir diferentes pautas de progreso en las organizaciones, pero indudablemente habrá que apoyar más y mejor los avances, las experiencias modelo, y las transformaciones sustanciales. A esta tarea no es ajena, sino todo lo contrario, la administración en sus diferentes niveles. Y de todos depende la mayor o menor velocidad de estos cambios”.